La Matemática se enfoca desde tres perspectivas curriculares: a) como herramienta para la vida, b) como herramienta intelectual y c) como herramienta de conexión y desarrollo de otras ciencias. Es evidente que estas tres perspectivas no van aisladas.
Las Matemáticas se relacionan con todas las áreas del saber humano. Ellas en mayor o menor medida aportan elementos para el desarrollo de otras. Esas relaciones son más visibles con disciplinas como la Física, la Química, las Ingenierías y la Economía, pero también son fuertes con las Ciencias Médicas, las Artes, la Historia, la Antropología, la Sociología, la Biología, se benefician del uso de la Estadística o de las Ecuaciones diferenciales en la creación de modelo que describen cambios y controles de poblaciones; en la determinación de edades de materiales. Por último, la Matemática enriquecen las comunicaciones con el aporte de símbolos y códigos, pero sobre todo con los lenguajes de programación que son la base de toda la informática que nos permite el uso del computador desde la creación de un texto o el archivo de éste, hasta su utilización para la búsqueda en la Web
En sentido general, se han adoptado las competencias específicas del Área de Matemática de PISA con algunas modificaciones y con la inclusión de otras. (Ver: Rico, L y Lupiañez, J. “competencias matemáticas desde una perspectiva curricular”. Alianza editorial, Madrid, 2008, pags. 237-238)
Esta adopción se justifica por tres razones: La primera de ellas es que son buenas y bastante abarcadoras; la segunda es que su adopción implicó un proceso largo y de amplia participación de países; y la tercera razón es que nuestro país se aplicará estas pruebas a partir del 2015.
En diversos eventos internacionales se ratifica la necesidad de reorientar los procesos de aprendizaje de la matemática, de tal manera que, al trascender aspectos meramente cognitivos, se presente a los alumnos una cara más divertida de esta ciencia, tradicionalmente temida, mediante la inclusión de factores afectivos, éticos, actitudinales y socioculturales. Lo anterior es particularmente importante en los primeros años de la educación primaria ya que precisamente durante esta etapa suelen formarse las actitudes de desinterés y rechazo tan difíciles de erradicar en los siguientes niveles.
Para transformar la educación y posibilitar su enseñanza es necesario partir del análisis de las situaciones y de las acciones que requieran de los conocimientos matemáticos. Para desarrollarlas, el profesor debe trabajar particularmente con problemas y proyectos. Es decir, proponer tareas retadoras que inciten a los alumnos a movilizar sus conocimientos y habilidades de una forma activa, cooperativa, abierta, flexible y divertida.
El estudiante construye el aprendizaje a través de la interacción con la información, asumiendo una actitud crítica, creativa y reflexiva que le permita ir aplicando lo que aprende en los problemas cotidianos y detecta necesidades de nuevos aprendizajes; por lo que se le considera autogestor de su propio aprendizaje. El docente, por su parte, es el responsable de propiciar los ambientes de aprendizaje que promueven actitudes abiertas, de disposición, que los lleva al desarrollo de habilidades para que los estudiantes aprendan a aprender y aprendan a hacer.
Las estrategias idóneas para la enseñanza-aprendizaje de la matemática según lo expuesto anteriormente incluyen el trabajo con proyectos, Aprendizaje Basado en Problemas (ABP), el estudio de casos, el aprendizaje colaborativo, las prácticas guiadas, las simulaciones ofrecidas por algunos softwares, entre otras.
Cuando el profesor de matemática planifica una unidad de aprendizaje debe tomar en cuenta cuáles competencias fundamentales y específicas estarán envueltas, así como los indicadores para evaluarlas; debe prever las redes conceptuales presentes, donde aparecerán los conocimientos previos y las aplicaciones posteriores. Debe seleccionar una situación de aprendizaje que, además de tomar en cuenta los aspectos anteriores, esté lo más contextualizada posible para que sea más atractiva. Debe inventariar los recursos disponibles en el aula, en la casa del estudiante, en el contexto de la escuela o en la red.